En el principio, “La venganza del dios” se titula “La venganza de Brahma”. Ese nombre introduce, en obediencia a las convenciones del título, uno de los personajes del texto: en la segunda estrofa o párrafo leemos que «Brahma velaba el crimen de los hombres en el inmerecido país, y quiso el nacimiento de un mensajero de salud y concordia»; en la tercera, que «Brahma los castiga engrandeciendo la riqueza de la tierra que mancillan».
El título nombra o se refiere entonces al personaje y al tema del texto, y en ese sentido está fuera de la narración; la observa y la juzga. Pero ese juicio no contiene el movimiento de las interpretaciones. Una de ellas, como he dicho en otro lugar, cuestiona la convención de un título que, desde un supuesto afuera, impone su ley.
Misteriosamente, pues no hay registro de los motivos, Ramos Sucre sustituye luego todas las ocurrencias del nombre ‘Brahma’ por la frase ‘el Dios’. Tres cambios en total. Ángel Rama opina que son parte del “proceso que lleva a Ramos Sucre a la indeterminación”. Con el nombre ‘Brahma’ inmediatamente “el texto queda referido a la mitología hindú y promueve asociaciones mentales con datos culturales hindúes”; al “eliminar el nombre del dios y dejar simplemente la categoría divina, Ramos Sucre acrecienta la indeterminación, amplía el clima de incertidumbre”.
La observación es precisa, pero no del todo certera. Ramos Sucre prefirió, en efecto, dejar en suspenso la identidad del Dios, cuyas tres apariciones quizá aludan a su indeterminada naturaleza triuna: Vishnú, Shiva y Brahma, o el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Pero creo que razones adicionales motivaron sus cambios. Una, su detallada atención no pudo dejar de ver las semejanzas de su texto con las parábolas de Jesús. Si tal fue el caso, Ramos Sucre debió intuir que el nombre Brahma no era realmente adecuado para un dios en ira y para una historia con tan notorio antecedente bíblico.
Otra razón: tampoco pudo dejar de ver las conexiones que la alegórica frase «umbría selva» o la estructura en quiasmo de “La venganza del dios” establecen con la Divina comedia. De lo primero hablé en otra nota. En esta trataré de lo segundo.
Son numerosas las construcciones en quiasmo de Dante. Importa, en particular, aquella en que despliega, como Ramos Sucre, una simétrica mención reversa de la Trinidad: “Quell’ uno e due e tre che sempre vive / e regna sempre in tre e ‘n due e ‘n uno” (XIV, 28-29) [«Que el uno, dos y tres, que siempre vive / y reina siempre en tres y en dos y en uno», traduce Ángel Crespo].
Dante, por otro lado, nos hace conscientes de sus quiasmos. En el primer verso del canto XIV del Paraíso, prácticamente define la figura: “Dal centro al cerchio, e sì dal cerchio al centro” (XIV,1) [«Del centro al borde y desde el borde al centro»], y anuncia de esa forma la importancia espiritual y retórica del movimiento circular en el Canto. Rachel Jacoff señala que es su característica principal; así, Salomón en su discurso «analiza la condición del cuerpo glorioso de los benditos en una secuencia causal que va del resplandor al ardor, la visión y la gracia, y luego revierte la secuencia en su descripción de la próxima transformación de los benditos cuando ellos se reúnan con sus cuerpos glorificados».
Ramos Sucre emplea asimismo la simetría reversa para construir “La venganza del dios”:
A. La venganza del Dios
B. Tierra con riquezas naturales afeada por desafuero de los habitantes.
C. El Dios vigila el crimen de los hombres
D. Nacimiento, vida y muerte del mensajero.
C’. El Dios los castiga.
B’. Tierra con tesoros fatales con “un pueblo en airados bandos de ricos y de pobres”
A’. Odios vengativos
Todo lo anterior sugiere que al poeta lo guió en su cambio del título menos un proceso de indeterminación, que una aguda percepción de las relaciones de su texto con las Escrituras y con la Divina Comedia.
* Notas relacionadas: La venganza del Dios: el texto | Labradores homicidas: venganza y quiasmo.