Ramos Sucre le atribuye a la imagen la capacidad, entre otras cosas, de «enunciar la filosofía más ardua». La declara, en forma más específica, «apta para poner de relieve las ideas sublimes e independientes de la metafísica».
En el debate sobre la imagen en Ramos Sucre, esas líneas no han recibido la debida atención —con dos excepciones.
La primera es Ángel Rama. Éste comenta fielmente que, para Ramos Sucre, la imagen «transmite ‘ideas sublimes e independientes de la metafísica’ con lo cual asegura su poder sobre los universales y su capacidad para revelar el pensamiento tal como podría hacerlo el discurso intelectual lato».
La segunda es José Balza, quien corrige o precisa: «Si Ramos Sucre hubiese estructurado sus poemas alrededor de un concepto (definidamente expresado o diluido en sus párrafos) no habría anfibologías: el poema sería su propia realidad. Pero el recurso clave del autor será la imagen, circundar ese concepto con una imagen». El matiz de imprecisión que introduce Balza no altera el hecho de que la imagen se subordina o gira alrededor del concepto y su presupuesta unidad.
Ambos críticos están de acuerdo en que Ramos Sucre, con rigor mayor o menor, expone a través de sus imágenes conceptos o ideas filosóficas. Ambos concuerdan, y yo con ellos, en que tal es uno de los propósitos de las imágenes del poeta. Ambos pasan por alto, sin embargo, que esas imágenes, alguna vez, expresan su incapacidad para tan sublime tarea.
Consideremos “Duelo de arrabal”. El texto puede interpretarse como una exploración del sacrificio, de la estructura sacrificial de la historia y la sociedad. Sin embargo, al mismo tiempo dramatiza la imposibilidad o dificultad humana o divina de articular o preservar un saber último sobre el sacrificio. Las “palabras ahogadas y confusas que escapaban de los pechos sacudidos”, las “voces roncas”, “los coros gemebundos”, “los trémulos sollozos” y “los gestos de dolor” que “invocaban a los cielos mudos”, describen lo incierto, la inutilidad o el fracaso de articular lingüísticamente, de explicar, comprender, invocar o alcanzar un saber o revelación sobre el sacrificio de los primogénitos egipcios y de los niños del arrabal.
Silencio divino y balbuceo humano. Lo que estas imágenes expresan es la ineptitud de «Duelo de arrabal» para «enunciar la filosofía más ardua» sobre el sacrificio. Expresan su incapacidad para sujetar universales o circundar conceptos.
Advirtamos, para que no se reste fácilmente méritos a Rama o a Balza, que este juicio sobre la imposibilidad o fracaso del propósito filosófico que Ramos Sucre le encomienda a sus imágenes, sólo puede emitirse a partir de un examen detenido de sus textos. Este examen no puede asumir que la intención filosófica de Ramos Sucre es una exageración o delirio de poeta.
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