Ángel Rama, en un lapsus crítico, anota que el “acecho fatídico de Clitemnestra” en Del ciclo troyano es de procedencia mitológica; mi nota previa corrige esa inexactitud: la reconstrucción de Ramos Sucre se inspira en el Agamenón de Esquilo. Quiero advertir ahora que esa corrección sólo es posible si seguimos escrupulosamente uno de los principios que guiaron a Rama: leer a Ramos Sucre en relación con su sociedad y su tiempo. Serle fiel a Rama implica profundizar o exceder sus observaciones o juicios. He aquí unos ejemplos.
Rama fue de los primeros en señalar que la temática de la heroicidad en Ramos Sucre es una “nota característica de la época” gomecista. Pudo haber ido más lejos: pudo haber observado que es también característica del siglo XIX venezolano. En dicho análisis le hubiera sido útil el trabajo de Carrera Damas sobre el culto a Bolívar y el tratamiento mítico de héroes y eventos de la Independencia por políticos, historiadores y escritores del siglo XIX, un tratamiento de cuya “derivación mitológica” y “concepción teológica de la historia” hay ecos en Ramos Sucre.
Sobre este punto, Rama notó las afinidades entre el poeta y Laureano Vallenilla Lanz. Pudo ir más lejos, y en apoyo de esa tesis, haber indicado la relación entre los textos de Vallenilla Lanz sobre el papel fundacional de la violencia y la análoga pero más escéptica reflexión de Ramos Sucre en “Ni el derecho ni la fuerza”. (A quien considere realizar dicho análisis, le recomiendo las indispensables páginas de Arturo Sosa sobre Vallenilla Lanz y la violencia.)
Por todo lo anterior, Rama cuestionó los juicios categóricos sobre Ramos Sucre como poeta que evade su tiempo y su sociedad. En ese espíritu pudo haber señalado que a un año de la severa represión del movimiento estudiantil de 1928, Ramos Sucre publicó un texto titulado “El disidente”, cuyo tema es la persecución de hechizados y posesos y su esfuerzo por «despistar los satélites de un poder asombradizo», que satélite es palabra latina por «guardián de un príncipe» y en francés es el hombre armado que sirve con violencia el despotismo de otro, y que una de las justificaciones del régimen gomecista para someter inflexiblemente el levantamiento estudiantil fue prevenir la difusión de trastornadoras doctrinas políticas. (La reforma constitucional de mayo de 1928 prohibió la propaganda del anarquismo y el comunismo.)
Serle, pues, rigurosamente fieles a Rama, implica profundizarlo o excederlo. Ello implica, por último, desbordar las perspectivas de representación, determinación, expresión o reflexión que rigieron su examen —y nuestro examen— de Ramos Sucre: queda, por ejemplo, ubicar la obra del poeta entre las que forman parte del discurso sobre el gomecismo, o mejor aún, entre las que forman o contribuyen con nuestro discurso sobre el gomecismo. ¿No podrá acaso examinarse su tratamiento de la crueldad y la represión en relación o junto con Las memorias de un venezolano de la decadencia?
Una diferente historia o análisis de Ramos Sucre y el gomecismo, que sea fiel al espíritu de Rama, profundizándolo o excediéndolo, todavía está por escribirse.
* Notas relacionadas: Esquilo y Eurípides en Ramos Sucre | Un remake de Ramos Sucre.
3 comentarios
Hola Victor, cuando puedas te invito a visitar mi página. HAy un obsequio para tí.
Saludos.
Leonardo
Leonardo:
Gracias por tus palabras, nuevamente.
Víctor
Hola Víctor, interesante disertación y percepción sobre las influencias y contexto de la obra Ramos Sucreana. No había pensado jamás en esta perspectiva, tampoco nadie me había dicho sobre esto.
Gracias mil porque me enriquezco en conocimientos. Por cierto,quiero pedirte disculpas porque no pude contactar a mi profesor para preguntarle sobre tu duda. Está en Mérida. Cuando vuelva espero consultar.