El símbolo en José Antonio Ramos Sucre (i) – Gustavo Luis Carrera

(Consideraciones a la luz del capítulo «La crisis romántica» del texto Teorías del símbolo, de Tzvetan Todorov.)

Gustavo Luis Carrera

I. En línea directa de captación, junto a las singulares condiciones de riqueza expresiva y de sostenida alta temperatura estética lograda por José Antonio Ramos Sucre en el poema en prosa, sobresale en sus textos la importancia básica del símbolo como sustento anímico e instrumental. No se trata ya del recurso simbólico como parte constitutiva de un modo de creación caracterizado en su producto final. En este sentido, resultaría por demás sencillo el señalamiento directo de tal presencia en la obra del cumanés. Es el caso de una correspondencia totalizadora que va desde la motivación gestadora hasta la obra acabada, abarcando toto el proceso de producción, signado por la pauta que lleva de lo particular a lo general, es decir: el recorrido específico de la esencia del símbolo.

De entrada, cabe destacar una ventajosa circunstancia que, felizmente, puede orientar en toda tentativa de acercamiento conceptual a la obra poética de José Antonio Ramos Sucre: sus propias entregas, dispersas y no pocas veces oblicuas, de autocaracterización espiritual y sensible en función de la escritura. No desdeñaremos, en esta oportunidad, tan generosa concesión de simpatía en aquel irreductible habitante de reinos distantes, siempre en lo alto y siempre a solas.

La peculiar condición de los textos poéticos de Ramos Sucre encuentra su mejor puntualización en el propio autor, cuando, en «La suspirante», perfila una obra regida por: «sucesos extravagantes, acontecidos en reinos imaginarios y narrados con semblante de parodia», «pasajes burlescos», «quimeras de la imaginación», huida «de este mundo a otro ilusorio», sin que nadie pueda «averiguar el derrotero» de la fuga. Y termina con este cuadro simbólico: la imaginación «vuela sobre los caminos cegados por la nieve y un búho solitario da la alarma en la noche fascinada por el plenilunio». No es fácil producir una mejor caracterización descriptiva —la primera— y de signo representativo —la última— de esta poesía difusa, evasiva y enigmática. Naturaleza libre que asume el condicionante de su propia oscuridad expresiva y que se compadece a plenitud con la imagen del propio poeta: el yo enfático, de subjetividad altiva y de distancia guardada; la figura ignota, displicente, fuera del alcance perverso de lo común; la autovisión egocéntrica, misteriosa, a las puertas del mito; el pensamiento inefable que causa rechazo en los destinados a no comprender, y que es señal de la riqueza inagotable del espíritu; la adscripción a la estética de la crueldad extrema, espantable, vista como uno de los sustentos vitales del arte; la confesión de la pasión de la fantasía, fuerza primaria; el signo secreto, impenetrable, del artista y el sentido oculto, imposible, del arte 1. El cuadro de caracterizada sensibilidad romántica se hace evidente, con el invalorable refuerzo del autoperfil. Pero no es todo; en «El sigilado» leemos sobre composiciones líricas que revelan «el dejo y la apatía de la desesperanza, el deseo de una felicidad inaccesible», y cuyo autor «se compara a un boyero de vida humilde y clandestina, zarandeado y desesperado por la suerte». ¿Sería excesivo pensar que ese mismo poeta es Ramos Sucre? Como sin duda es el lapidario que dibuja «a golpes de cincel un signo secreto».. «inventado para despertar en los venideros, porfiados en calar el sentido, un ansia inefable y un descontento sin remedio». Muestras de evidente correspondencia con actitudes y objetivos muy definidos y manejados dentro de la estética romántica; aspecto en el que no ahondaremos en esta oportunidad, salvo en lo tocante a la figura de Goethe y al tema del símbolo 2.

*****

1Las citas textuales y las ideas sucesivamente registradas pertenecen a los textos de Ramos Sucre: «La ciudad de las puertas de hierro», «La alborada», «El sagitario», «El hallazgo», «Bajo la advocación de Saturno», «Los celos del fantasma» y «El lapidario».

2De otra parte, no sería la primera vez que se señalaría tal vínculo. Ya Argenis Pérez Huggins ha insistido —en trabajo inédito— en los contactos generales de la poesía de Ramos Sucre con los códigos estéticos del romanticismo alemán y francés, y muy especialmente en lo tocante a la esencia poética del sueño. El original señalamiento de Pérez Huggins, ha ido acompañado del de Osvaldo Larrazábal Henríquez, quien ha revelado —también en trabajo todavía inédito— nexos de la postura estética de Ramos Sucre con la de otros poetas venezolanos (o de éstos con él), sustentados todos por una sensibilidad equiparable y reveladora de identificación con una gran escuela o doctrina.

Memoria del III Simposio de docentes e investigadores de la literatura venezolana. Universidad de los Andes. Facultad de Humanidades y Educación. Instituto de Investigaciones Literarias. Mérida, 1978 (edición mimeografiada), Tomo II, pp. 268-282.
Citado de Ramos Sucre ante la crítica. Caracas: Monte Ávila, 1980. págs. 119-201.

* Notas relacionadas: El símbolo en José Antonio Ramos Sucre (ii) – Gustavo Luis Carrera.

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